
ESPECIAL CERVANTINO 2008
Laura Fernández - Montesinos Salamanca
A pesar de que tras las desgracia de Morelia, la psicosis colectiva mantenía a los responsables gubernamentales alarmados, el Festival Cervantino se ha estado desarrollando en calma.
Miles de personas abarrotando la ciudad, espectáculos callejeros musicales, teatrales, desfiles, mimos, y callejoneadas. La ciudad especialmente cuidada: calles adornadas e impecables, a pesar de las paupérrimas condiciones en las que trabajan los encargados de la limpieza, que solo cuentan con una escoba y una gran bolsa de plástico colgada. La prensa, tratada en bandeja de plata y cientos de policías patrullando la ciudad revisaban mochilas sospechosas, cerraban accesos a determinadas zonas, y retiraban a ebrios, tunantes y bebidas embriagantes de manos de quienes lo consumían, pero curiosamente los locales nocturnos con música ensordecedora que permanecían abiertos durante toda la noche cerca de hoteles y viviendas en las que era imposible conciliar el sueño, no se les llamaba la atención. “Están protegidos por grandes compañías como las cerveceras”- nos comentaba un empleado.
En la Alhóndiga de Granaditas, Gto, el recinto al aire libre capaz de contener a la mayor cantidad de personas, la seguridad era sumamente estricta. Detectores de metales en cada entrada, revisiones exhaustivas incluyendo a niños, generaban enormes colas. La zona inferior, reservada a personalidades e invitados, las superiores para el resto, a las que se accedía con entrada, aunque el espectáculo fuese gratis.
Este año el festival estuvo dedicado a Cataluña y Campeche, ésta última región presentó espectáculos de música y danza magníficos. Serrat no necesita más presentación, fue intensamente ovacionado en la Alhóndiga; Víctor Manuel y Ana Belén ésta última actuando en una obra de teatro con tema relacionado con la guerra civil española; espectáculos medievales, entremeses cervantinos, compañías teatrales de profundo calado, como la japonesa Kawazemi-za con sus títeres en “Poema silencioso”, que arrancaron carcajadas entre los niños, y fascinación entre los adultos. Una curiosidad sobresaliente como invitado de honor: “La Danza de la Mort de Verges”, Cataluña (España) en trance de desaparecer por el descenso demográfico de la localidad. Un desfile en el que esqueletos en danza, recorren en jueves santo, considerado el día de la muerte, las calles del pueblo de Verges. Sobresaliendo también el grupo invitado: Chebab Al- Andalous, rescatadores de la música Andalusí, tocada hace más de 600 años en Al-Andalus, el magnífico imperio islámico español, desaparecido cuando los Reyes Católicos reconquistaron Granada, el último reino Taifas. Voces e instrumentos tradicionales deliciosos para los oídos, pero su mayor importancia radica en el rescate de una forma musical tan antigua pero con vida y esencia todavía en sí misma, precursora del flamenco y la música magrebí. También el Gospel estadounidense fascinó a los asistentes a su concierto eclesiástico, cuyos integrantes, ataviados con atuendo étnico que realzaba aún más el espectáculo, emocionaron e hicieron vibrar con sus extraordinarias voces al público.
EL TRADUCTOR DE DIOS
Entre lo más destacado y selecto del festival, estuvo la participación del músico turco Omar Faruk Tekbilek y su ensamble, que abrió el festival en León el día 9 de octubre con un concierto soberbio; como soberbio fue también el que ofreció en Guanajuato dos días después, y así lo recogió la prensa local.
Nacido en Adana, población del sur de Turquía, en el seno de una familia de músicos, Faruk pronto mostró sus excelsas dotes. La práctica del Islam le transmitió una espiritualidad que lo llevó a considerar los estudios religiosos para ser Imán (en nuestra cultura equivaldría al sacerdocio). Finalmente se decantó por la música por ser para él, el camino más corto para llegar a Dios. A los veinte años se trasladó a Estados Unidos para aprender jazz, donde estableció su residencia al conocer a su esposa. El inicio fue muy duro, no había cabida entonces para un músico turco, así que trabajaba largas jornadas en una empresa textil, lo que no le dejaba tiempo para practicar. A base de constancia, espíritu, un deseo enorme y la influencia del músico y productor Brian Keane, finalmente triunfó. Hoy día es uno de los artistas más reconocidos del ámbito mundial no sólo como músico, sino como pacifista. No es de extrañar: su suprema calidad artística está directamente relacionada con su calidad humana, lo que se refleja en su música.
Debo confesar que la entrevista que solicité con Omar Faruk Tekbilek, no era simplemente para lograr un reportaje con reconocido artista, sino un deseo personal al que aspiraba desde que por primera vez llegase a mis manos su mensaje, contenido como música en envases de discos. Así como de reconocer en la persona del músico, la ideología, paz, espiritualidad, y todos los sentimientos que emanan de los sonidos maravillosos de cada uno de sus trabajos, cualquiera de ellos sin desperdicio alguno. Y así fue. Una experiencia personal única y maravillosa que me llenó de deseos de compartirlo con el mundo.
Como ya es tradición en sus presentaciones, en las que mezcla ritmos de diferentes culturas, especialmente mediterráneas, orientales y flamencas, abrió con una melodía sufí. Así lo explicó en Guanajuato: “Yunus, la primera melodía, es música sufí. Sufí es la idea de Dios, como un solo creador en el que todo converge, y la música es la expresión de dicha idea. El sufismo es la filosofía islámica que resume al mundo y la creación. Todas las cosas, todas las criaturas son hijas de un solo creador. Quién entienda eso, entiende el espíritu sufí. De esa manera yo amo y respeto a cada ser, a cada persona sin distingo alguno. Aplicando esta filosofía, es como he encontrado la paz. Nunca he encontrado a alguien que no me guste, siempre hay algo de esa persona que me agrada”.
El concierto inició con un suave sonido del ney (flauta larga de bambú que representa al ser humano en la literatura sufí), inundando el ambiente que se presentaba fresco, con el cielo claro, estrellado y la luna brillando a uno de los costados del escenario. Inmejorable. El contacto de los músicos con el público fue inmediato, en el silencio la música fluía: La interpretación magistral e impecable de Faruk con el ney, fue subiendo de tono lentamente, mientras se insertaba el resto de instrumentos en una armonía tal, que apenas se percibió la evolución. De súbito, la ascendente vocalización de Omar fue elevándose hasta que llegó un momento en el que casi parecía imposible el tono que llegó a alcanzar. No solo su postura sedente con las rodillas juntas tocando la flauta indicaba claramente que se encontraba en un momento de meditación, de oración, sino que el movimiento de su cabeza al cantar, al elevarla abriendo la garganta, le confería un espacio vital de recepción de energía cósmica que el público recibía fascinado. Se estableció una sintonía única en el silencio mágico y respetuoso que privaba, tan potente es su compenetración. Su espiritualidad rebosante y perfectamente perceptible, evocada en cada uno de sus movimientos, era despedida hacia el público que la recibía con plena conciencia. De tal manera puede explicarse cómo es posible que logre unos tonos tan elevados cuando canta. El alma del oyente se llena entonces de la paz que transmite. Es la definición perfecta para su música: paz, que además no deja de transmitir fuera del escenario con su trato humano, paciente, cálido y afectuoso.
Siguiendo el mismo tono suave del inicio, los músicos embarcaron al público en un viaje celestial, seguido de un ritmo trepidante que a más de uno nos hizo bailar irremediablemente. Las frenéticas percusiones a dúo con su hijo Murat, las cuerdas de la guitarra, de la baglama (laúd de mástil largo), la brillantez sobresaliente del Kanun (Salterio), la suavidad de los vientos del ney, el kaval (pequeña flauta diatónica) se escuchaban intensas, impecables, una tras otra melodía: Oglan boyun, Laz, Fire Dance, I love you, Elation, Hijaz Raks, Shashkin, Imaginary Traveler, y el bis, Shinanay, un tema de su anterior disco: Alif, una de sus más recientes obras de arte.
Tanto aquellos que conocían el trabajo de Faruk como los que no, respondieron admirados. El trabajo de composición, e interpretación en directo están magistralmente elaborados, cuidados hasta en los más mínimos detalles. Como acompañamiento, dos noches magníficas, a pesar de las gotas de lluvia en Guanajuato, que ayudó a que el virtuosismo de los músicos y la espiritualidad que absorbe Faruk, se extendiese entre el público, como si un chorro de luz ingresara desde su cabeza, y saliese despedido de su pecho hacia los que escuchábamos. Al final de concierto, muchos de nosotros estábamos contagiados de espiritualismo, y percibimos dentro de nuestros corazones y almas, la paz que emana de su música.
La música de Faruk es tan intensa y especial, se ofrece con tal generosidad en los conciertos, que es muy difícil no conectar casi de inmediato. Las melodías son un pasaje a las culturas de todo el mundo, a rincones y paisajes, desiertos, el Egipto faraónico, el Estambul de Suleimán el magnífico, Adana su tierra natal. Viajeros imaginarios, momentos espirituales, símbolos religiosos, males de amor, culturas diversas, son sus rasgos musicales. Todo ello intensificado por el profundo conocimiento y práctica de la filosofía Sufí, que ha estudiado con devoción y aplica en la música.
Si vivir los conciertos fue un espectáculo único, conocer al músico en persona fue ver el reflejo de su personalidad en su música. Desde la forma cálida, sincera y afectuosa con que aprieta las manos al saludar, su intensa y profunda mirada emanada desde el fondo del alma, una sonrisa pareja y conciliadora en un ser de una calma suprema, hasta la pasión que imprime al evocar a quienes o qué ejerció gran influencia sobre su vida, y de ahí a su música.
“Agradezco a Dios- comentaba en el concierto de apertura del Cervantino en León- por estar aquí. Soy turco, aunque vivo en Estados Unidos desde hace 25 años. Yo quería hacer música para gente, no solo de Turquía, sino de todo el mundo. Traté de encontrar buenos músicos y obtuve el regalo de estos maravillosos músicos que tocan conmigo y son de diferentes nacionalidades.
Una forma de no estar solos, de unirnos, es la música. Porque la música abre el corazón. Estamos alma con alma, como un solo ser humano, y es una gran experiencia para cada uno de nosotros estar aquí.
Quisiera agradecer a Dios por los maravillosos músicos que me ha dado – a continuación presentó a cada uno de ellos- Chris Rosser de Estados Unidos, teclados, Ariel Mann de Israel a la guitarra, Bahadir Sener de Turquía con el Kanun (Salterio), mi hijo Murat Tekbilek con los bongós, y el armenio-americano River Gargarian, en las percusiones”.
Si escuchar los discos es una experiencia mística, en directo se establece contacto con un plano superior. Omar Faruk es todo misticismo. Un tocado por los dioses, que en trance místico musical, traduce la energía cósmica universal y divina.
La entrevista
Omar Faruk Tekbilek llegó a la sala de prensa temprano. De inmediato se detecta su educación, su serenidad, su forma tan respetuosa de actuar, de escuchar, de presentarse.
Se inició con una explicación de lo que se ofrecería en el concierto de esa noche en Guanajuato:
- He tomado cuatro tipos de música- explicaba el músico- espiritual, romántica, folklórica e imaginativa, el bouquet musical de entre todos mis discos.
Sentado sin cruzar nunca las piernas ni los brazos (para que la energía no deje de fluir), jugando a veces con los dedos de las manos, símbolo inequívoco de su sencillez, o en elocuentes gestos al hablar, respondía ceremoniosamente, sin disimulo cuando alguna pregunta lo emocionaba.
-Transmitir la idea del sufismo puede hacerse a través de la música en sí misma, a través del alma- explicaba cuando se le cuestionó sobre cómo presentar la música sufí al público latino americano- La primera canción de apertura es música sufí y está dividida en tres secciones, la canción por sí sola basta para transmitir la idea de la filosofía. Sufí es una palabra que para mí resume el mundo, las criaturas, la creación, cualquiera que entienda eso, puede entender el espíritu sufí, de esta filosofía que llevo en mí.
Para inspirarme- continuaba- me centro primordialmente en la respiración. El sentimiento de mi respiración, el estar consciente de ella. Tomo aire e intento tomar la fuente del poder. Las motivaciones pueden ser cualquier cosa: personas, naciones, sentimientos, pero la fuente es la respiración.
- ¿Qué tan importante es para un músico- compositor su grupo, la gente de la que se rodea?
- Es muy importante- contestaba Faruk- Pero lo más importante es ser yo mismo, estar consciente, para a partir de ahí irradiar energía, transmitir la paz interior.
- Existe interacción entre los músicos cuando están en el escenario, se miran entre ustedes, la comunicación tan bonita que se establece cuando tocan, genera la energía que recibe el público.
- La música es un ejemplo de conciencia colectiva porque no somos una sola persona, somos un equipo. Creando conciencia colectiva se produce la comunicación. Siempre es un placer interactuar antes del concierto: nos abrazamos y sentimos los corazones de cada uno. Es como estar en la iglesia, en la mezquita, o en la sinagoga, es una ceremonia sentir la conexión entre nosotros.
- La palabra, la música que es universal, ¿tiene todavía poder en el mundo actual sin que importen religiones ni naciones?- Faruk dejó traslucir la emoción en su rostro. Sonrió, y contestó:
- Lo creo con todo mi corazón. Por eso creo en este tipo de festivales, porque es una forma de reunir a gente de todo el mundo. Eso es muy importante. Es nuestra forma de esperanza, estamos juntos haciendo música, bailando, porque todos nos unimos en una dinámica natural. Así que estar juntos es como unirnos. Es la última frontera para la paz y la esperanza.
- En ese sentido, ¿Está Omar consciente de que su música efectivamente contribuye a un mundo mejor?
- Es mi esperanza, así lo siento porque doy lo mejor de mí, y la gente responde. Probablemente porque les transmito calidez. También veo en mi página las reacciones de la gente. Es como madera que alienta a mi fuego interno para crear más música y paz, y agradezco a Dios por ello.
- Respecto a la página, es una forma de ver que está inmerso en los medios. ¿Cómo ve un músico de su espiritualidad a los medios?
- Desde mi perspectiva es importante por supuesto conectar con los medios y hacerles ver cual es mi estado, qué está sucediendo, así que es importante reconectar con la gente, es el lazo para conectar con quienes me escuchan, y merecen todo mi respeto.
- ¿Cuál es el hilo conductor de este concierto? ¿Está concebido especialmente para este festival?
- Es una muestra de mi trabajo. Una forma de darle a la gente la experiencia de diferentes dimensiones de la música, darles lo máximo, lo más representativo de mi repertorio, el bouquet: sufí, romántica, folklórica e imaginativa. Es una combinación reciente y antigua, con canciones que ya se conozcan.
- ¿Cómo influyen otras culturas en la música de Omar Faruk?
- La música es el lenguaje del alma, es como estar alma con alma, desde esta perspectiva todas las culturas del mundo provienen de una sola luz, una luz blanca que se divide en muchos colores. Cada color representa a una cultura, pero todas ellas confluyen finalmente en esa única luz blanca. Y el ser humano está caracterizado en cada una de esas culturas. –Omar sonríe, transmite su apasionamiento, se explaya en su explicación con gestos armónicos y serenos. En ese momento, mirando su emoción y sus gestos, por mi imaginación empezó a circular el color, que súbitamente se convertía en notas musicales, y un tono armonioso me hizo comprender cómo es capaz de lograr tan bellos sonidos.
- ¿Hay algún poeta que haya influido en la música de Omar?
- ¡Oh, sí! –contesta emocionado. La pasión trasluce nuevamente su rostro- Rumi. El poeta persa del siglo XIII Yalal al-Din Rumi, que extendió las alas de sus enseñanzas desde Persia a Oriente Medio, hasta Turquía. Igualmente los Derviches giratorios, (Monjes islámicos persas que a base de giros influidos por una melodía repetitiva, entran en trance religioso) y cuya influencia también se extendió hasta Turquía.
Omar Faruk Tekbilek dijo estar muy agradecido por estar en México, un país tan espiritual, con tan hermosos paisajes, y de cálida gente.
Gracias Omar, por la maravillosa música, por la inagotable espiritualidad, por transmitir tanta paz y luz a nuestros corazones y al mundo.
A pesar de que tras las desgracia de Morelia, la psicosis colectiva mantenía a los responsables gubernamentales alarmados, el Festival Cervantino se ha estado desarrollando en calma.
Miles de personas abarrotando la ciudad, espectáculos callejeros musicales, teatrales, desfiles, mimos, y callejoneadas. La ciudad especialmente cuidada: calles adornadas e impecables, a pesar de las paupérrimas condiciones en las que trabajan los encargados de la limpieza, que solo cuentan con una escoba y una gran bolsa de plástico colgada. La prensa, tratada en bandeja de plata y cientos de policías patrullando la ciudad revisaban mochilas sospechosas, cerraban accesos a determinadas zonas, y retiraban a ebrios, tunantes y bebidas embriagantes de manos de quienes lo consumían, pero curiosamente los locales nocturnos con música ensordecedora que permanecían abiertos durante toda la noche cerca de hoteles y viviendas en las que era imposible conciliar el sueño, no se les llamaba la atención. “Están protegidos por grandes compañías como las cerveceras”- nos comentaba un empleado.
En la Alhóndiga de Granaditas, Gto, el recinto al aire libre capaz de contener a la mayor cantidad de personas, la seguridad era sumamente estricta. Detectores de metales en cada entrada, revisiones exhaustivas incluyendo a niños, generaban enormes colas. La zona inferior, reservada a personalidades e invitados, las superiores para el resto, a las que se accedía con entrada, aunque el espectáculo fuese gratis.
Este año el festival estuvo dedicado a Cataluña y Campeche, ésta última región presentó espectáculos de música y danza magníficos. Serrat no necesita más presentación, fue intensamente ovacionado en la Alhóndiga; Víctor Manuel y Ana Belén ésta última actuando en una obra de teatro con tema relacionado con la guerra civil española; espectáculos medievales, entremeses cervantinos, compañías teatrales de profundo calado, como la japonesa Kawazemi-za con sus títeres en “Poema silencioso”, que arrancaron carcajadas entre los niños, y fascinación entre los adultos. Una curiosidad sobresaliente como invitado de honor: “La Danza de la Mort de Verges”, Cataluña (España) en trance de desaparecer por el descenso demográfico de la localidad. Un desfile en el que esqueletos en danza, recorren en jueves santo, considerado el día de la muerte, las calles del pueblo de Verges. Sobresaliendo también el grupo invitado: Chebab Al- Andalous, rescatadores de la música Andalusí, tocada hace más de 600 años en Al-Andalus, el magnífico imperio islámico español, desaparecido cuando los Reyes Católicos reconquistaron Granada, el último reino Taifas. Voces e instrumentos tradicionales deliciosos para los oídos, pero su mayor importancia radica en el rescate de una forma musical tan antigua pero con vida y esencia todavía en sí misma, precursora del flamenco y la música magrebí. También el Gospel estadounidense fascinó a los asistentes a su concierto eclesiástico, cuyos integrantes, ataviados con atuendo étnico que realzaba aún más el espectáculo, emocionaron e hicieron vibrar con sus extraordinarias voces al público.
EL TRADUCTOR DE DIOS
Entre lo más destacado y selecto del festival, estuvo la participación del músico turco Omar Faruk Tekbilek y su ensamble, que abrió el festival en León el día 9 de octubre con un concierto soberbio; como soberbio fue también el que ofreció en Guanajuato dos días después, y así lo recogió la prensa local.
Nacido en Adana, población del sur de Turquía, en el seno de una familia de músicos, Faruk pronto mostró sus excelsas dotes. La práctica del Islam le transmitió una espiritualidad que lo llevó a considerar los estudios religiosos para ser Imán (en nuestra cultura equivaldría al sacerdocio). Finalmente se decantó por la música por ser para él, el camino más corto para llegar a Dios. A los veinte años se trasladó a Estados Unidos para aprender jazz, donde estableció su residencia al conocer a su esposa. El inicio fue muy duro, no había cabida entonces para un músico turco, así que trabajaba largas jornadas en una empresa textil, lo que no le dejaba tiempo para practicar. A base de constancia, espíritu, un deseo enorme y la influencia del músico y productor Brian Keane, finalmente triunfó. Hoy día es uno de los artistas más reconocidos del ámbito mundial no sólo como músico, sino como pacifista. No es de extrañar: su suprema calidad artística está directamente relacionada con su calidad humana, lo que se refleja en su música.
Debo confesar que la entrevista que solicité con Omar Faruk Tekbilek, no era simplemente para lograr un reportaje con reconocido artista, sino un deseo personal al que aspiraba desde que por primera vez llegase a mis manos su mensaje, contenido como música en envases de discos. Así como de reconocer en la persona del músico, la ideología, paz, espiritualidad, y todos los sentimientos que emanan de los sonidos maravillosos de cada uno de sus trabajos, cualquiera de ellos sin desperdicio alguno. Y así fue. Una experiencia personal única y maravillosa que me llenó de deseos de compartirlo con el mundo.
Como ya es tradición en sus presentaciones, en las que mezcla ritmos de diferentes culturas, especialmente mediterráneas, orientales y flamencas, abrió con una melodía sufí. Así lo explicó en Guanajuato: “Yunus, la primera melodía, es música sufí. Sufí es la idea de Dios, como un solo creador en el que todo converge, y la música es la expresión de dicha idea. El sufismo es la filosofía islámica que resume al mundo y la creación. Todas las cosas, todas las criaturas son hijas de un solo creador. Quién entienda eso, entiende el espíritu sufí. De esa manera yo amo y respeto a cada ser, a cada persona sin distingo alguno. Aplicando esta filosofía, es como he encontrado la paz. Nunca he encontrado a alguien que no me guste, siempre hay algo de esa persona que me agrada”.
El concierto inició con un suave sonido del ney (flauta larga de bambú que representa al ser humano en la literatura sufí), inundando el ambiente que se presentaba fresco, con el cielo claro, estrellado y la luna brillando a uno de los costados del escenario. Inmejorable. El contacto de los músicos con el público fue inmediato, en el silencio la música fluía: La interpretación magistral e impecable de Faruk con el ney, fue subiendo de tono lentamente, mientras se insertaba el resto de instrumentos en una armonía tal, que apenas se percibió la evolución. De súbito, la ascendente vocalización de Omar fue elevándose hasta que llegó un momento en el que casi parecía imposible el tono que llegó a alcanzar. No solo su postura sedente con las rodillas juntas tocando la flauta indicaba claramente que se encontraba en un momento de meditación, de oración, sino que el movimiento de su cabeza al cantar, al elevarla abriendo la garganta, le confería un espacio vital de recepción de energía cósmica que el público recibía fascinado. Se estableció una sintonía única en el silencio mágico y respetuoso que privaba, tan potente es su compenetración. Su espiritualidad rebosante y perfectamente perceptible, evocada en cada uno de sus movimientos, era despedida hacia el público que la recibía con plena conciencia. De tal manera puede explicarse cómo es posible que logre unos tonos tan elevados cuando canta. El alma del oyente se llena entonces de la paz que transmite. Es la definición perfecta para su música: paz, que además no deja de transmitir fuera del escenario con su trato humano, paciente, cálido y afectuoso.
Siguiendo el mismo tono suave del inicio, los músicos embarcaron al público en un viaje celestial, seguido de un ritmo trepidante que a más de uno nos hizo bailar irremediablemente. Las frenéticas percusiones a dúo con su hijo Murat, las cuerdas de la guitarra, de la baglama (laúd de mástil largo), la brillantez sobresaliente del Kanun (Salterio), la suavidad de los vientos del ney, el kaval (pequeña flauta diatónica) se escuchaban intensas, impecables, una tras otra melodía: Oglan boyun, Laz, Fire Dance, I love you, Elation, Hijaz Raks, Shashkin, Imaginary Traveler, y el bis, Shinanay, un tema de su anterior disco: Alif, una de sus más recientes obras de arte.
Tanto aquellos que conocían el trabajo de Faruk como los que no, respondieron admirados. El trabajo de composición, e interpretación en directo están magistralmente elaborados, cuidados hasta en los más mínimos detalles. Como acompañamiento, dos noches magníficas, a pesar de las gotas de lluvia en Guanajuato, que ayudó a que el virtuosismo de los músicos y la espiritualidad que absorbe Faruk, se extendiese entre el público, como si un chorro de luz ingresara desde su cabeza, y saliese despedido de su pecho hacia los que escuchábamos. Al final de concierto, muchos de nosotros estábamos contagiados de espiritualismo, y percibimos dentro de nuestros corazones y almas, la paz que emana de su música.
La música de Faruk es tan intensa y especial, se ofrece con tal generosidad en los conciertos, que es muy difícil no conectar casi de inmediato. Las melodías son un pasaje a las culturas de todo el mundo, a rincones y paisajes, desiertos, el Egipto faraónico, el Estambul de Suleimán el magnífico, Adana su tierra natal. Viajeros imaginarios, momentos espirituales, símbolos religiosos, males de amor, culturas diversas, son sus rasgos musicales. Todo ello intensificado por el profundo conocimiento y práctica de la filosofía Sufí, que ha estudiado con devoción y aplica en la música.
Si vivir los conciertos fue un espectáculo único, conocer al músico en persona fue ver el reflejo de su personalidad en su música. Desde la forma cálida, sincera y afectuosa con que aprieta las manos al saludar, su intensa y profunda mirada emanada desde el fondo del alma, una sonrisa pareja y conciliadora en un ser de una calma suprema, hasta la pasión que imprime al evocar a quienes o qué ejerció gran influencia sobre su vida, y de ahí a su música.
“Agradezco a Dios- comentaba en el concierto de apertura del Cervantino en León- por estar aquí. Soy turco, aunque vivo en Estados Unidos desde hace 25 años. Yo quería hacer música para gente, no solo de Turquía, sino de todo el mundo. Traté de encontrar buenos músicos y obtuve el regalo de estos maravillosos músicos que tocan conmigo y son de diferentes nacionalidades.
Una forma de no estar solos, de unirnos, es la música. Porque la música abre el corazón. Estamos alma con alma, como un solo ser humano, y es una gran experiencia para cada uno de nosotros estar aquí.
Quisiera agradecer a Dios por los maravillosos músicos que me ha dado – a continuación presentó a cada uno de ellos- Chris Rosser de Estados Unidos, teclados, Ariel Mann de Israel a la guitarra, Bahadir Sener de Turquía con el Kanun (Salterio), mi hijo Murat Tekbilek con los bongós, y el armenio-americano River Gargarian, en las percusiones”.
Si escuchar los discos es una experiencia mística, en directo se establece contacto con un plano superior. Omar Faruk es todo misticismo. Un tocado por los dioses, que en trance místico musical, traduce la energía cósmica universal y divina.
La entrevista
Omar Faruk Tekbilek llegó a la sala de prensa temprano. De inmediato se detecta su educación, su serenidad, su forma tan respetuosa de actuar, de escuchar, de presentarse.
Se inició con una explicación de lo que se ofrecería en el concierto de esa noche en Guanajuato:
- He tomado cuatro tipos de música- explicaba el músico- espiritual, romántica, folklórica e imaginativa, el bouquet musical de entre todos mis discos.
Sentado sin cruzar nunca las piernas ni los brazos (para que la energía no deje de fluir), jugando a veces con los dedos de las manos, símbolo inequívoco de su sencillez, o en elocuentes gestos al hablar, respondía ceremoniosamente, sin disimulo cuando alguna pregunta lo emocionaba.
-Transmitir la idea del sufismo puede hacerse a través de la música en sí misma, a través del alma- explicaba cuando se le cuestionó sobre cómo presentar la música sufí al público latino americano- La primera canción de apertura es música sufí y está dividida en tres secciones, la canción por sí sola basta para transmitir la idea de la filosofía. Sufí es una palabra que para mí resume el mundo, las criaturas, la creación, cualquiera que entienda eso, puede entender el espíritu sufí, de esta filosofía que llevo en mí.
Para inspirarme- continuaba- me centro primordialmente en la respiración. El sentimiento de mi respiración, el estar consciente de ella. Tomo aire e intento tomar la fuente del poder. Las motivaciones pueden ser cualquier cosa: personas, naciones, sentimientos, pero la fuente es la respiración.
- ¿Qué tan importante es para un músico- compositor su grupo, la gente de la que se rodea?
- Es muy importante- contestaba Faruk- Pero lo más importante es ser yo mismo, estar consciente, para a partir de ahí irradiar energía, transmitir la paz interior.
- Existe interacción entre los músicos cuando están en el escenario, se miran entre ustedes, la comunicación tan bonita que se establece cuando tocan, genera la energía que recibe el público.
- La música es un ejemplo de conciencia colectiva porque no somos una sola persona, somos un equipo. Creando conciencia colectiva se produce la comunicación. Siempre es un placer interactuar antes del concierto: nos abrazamos y sentimos los corazones de cada uno. Es como estar en la iglesia, en la mezquita, o en la sinagoga, es una ceremonia sentir la conexión entre nosotros.
- La palabra, la música que es universal, ¿tiene todavía poder en el mundo actual sin que importen religiones ni naciones?- Faruk dejó traslucir la emoción en su rostro. Sonrió, y contestó:
- Lo creo con todo mi corazón. Por eso creo en este tipo de festivales, porque es una forma de reunir a gente de todo el mundo. Eso es muy importante. Es nuestra forma de esperanza, estamos juntos haciendo música, bailando, porque todos nos unimos en una dinámica natural. Así que estar juntos es como unirnos. Es la última frontera para la paz y la esperanza.
- En ese sentido, ¿Está Omar consciente de que su música efectivamente contribuye a un mundo mejor?
- Es mi esperanza, así lo siento porque doy lo mejor de mí, y la gente responde. Probablemente porque les transmito calidez. También veo en mi página las reacciones de la gente. Es como madera que alienta a mi fuego interno para crear más música y paz, y agradezco a Dios por ello.
- Respecto a la página, es una forma de ver que está inmerso en los medios. ¿Cómo ve un músico de su espiritualidad a los medios?
- Desde mi perspectiva es importante por supuesto conectar con los medios y hacerles ver cual es mi estado, qué está sucediendo, así que es importante reconectar con la gente, es el lazo para conectar con quienes me escuchan, y merecen todo mi respeto.
- ¿Cuál es el hilo conductor de este concierto? ¿Está concebido especialmente para este festival?
- Es una muestra de mi trabajo. Una forma de darle a la gente la experiencia de diferentes dimensiones de la música, darles lo máximo, lo más representativo de mi repertorio, el bouquet: sufí, romántica, folklórica e imaginativa. Es una combinación reciente y antigua, con canciones que ya se conozcan.
- ¿Cómo influyen otras culturas en la música de Omar Faruk?
- La música es el lenguaje del alma, es como estar alma con alma, desde esta perspectiva todas las culturas del mundo provienen de una sola luz, una luz blanca que se divide en muchos colores. Cada color representa a una cultura, pero todas ellas confluyen finalmente en esa única luz blanca. Y el ser humano está caracterizado en cada una de esas culturas. –Omar sonríe, transmite su apasionamiento, se explaya en su explicación con gestos armónicos y serenos. En ese momento, mirando su emoción y sus gestos, por mi imaginación empezó a circular el color, que súbitamente se convertía en notas musicales, y un tono armonioso me hizo comprender cómo es capaz de lograr tan bellos sonidos.
- ¿Hay algún poeta que haya influido en la música de Omar?
- ¡Oh, sí! –contesta emocionado. La pasión trasluce nuevamente su rostro- Rumi. El poeta persa del siglo XIII Yalal al-Din Rumi, que extendió las alas de sus enseñanzas desde Persia a Oriente Medio, hasta Turquía. Igualmente los Derviches giratorios, (Monjes islámicos persas que a base de giros influidos por una melodía repetitiva, entran en trance religioso) y cuya influencia también se extendió hasta Turquía.
Omar Faruk Tekbilek dijo estar muy agradecido por estar en México, un país tan espiritual, con tan hermosos paisajes, y de cálida gente.
Gracias Omar, por la maravillosa música, por la inagotable espiritualidad, por transmitir tanta paz y luz a nuestros corazones y al mundo.

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