miércoles, 31 de diciembre de 2008

Cuento para festejar la llegada del año nuevo


El 2009 y la llegada de las profecías.

Cuento para festejar la llegada del año nuevo
(en dos partes)

Manuel García Estrada

Entre los oscuros pasillos del Oráculo de Delfos, bajo tierra, los hechiceros, los profetas y las brujas se reúnen para ver que ocurrirá en el futuro.Hoy cuando las culturas se fundieron y los sueños de las aldeas los comparten todos será más fácil concentrarse en un solo punto cercano de la existencia.En medio del salón central los druídas y sacerdotes mayas lanzan aromas de vainilla al espacio y comen azúcar morocha pensando en que todo lo que verán quizás no sea tan bueno.Comienza el ritual con cantos africanos interpretados por hadas venidas de las montañas y la música la interpretan los nomos de Escandinavia. Al fondo del salón, entre las columnas de América bailan los chaneques lacandones. La música hechiza y todos los presentes se conectan al Todo.Viene el 2009 de la cuenta de los cristianos y los rabinos comienzan a sudar sangre, algo no está tan armónico esta vez. Algo pasa.Cuando el acto está llegando al clímax la cofradía de las brujas de Salem empieza a gritar “sal, llega la sal” y los chamanes de las selvas mesoamericanas gritan y lloran, se rompió la paz, se rompió la justicia, se acabó el amor y es cuando mil relámpagos azotan al Oráculo y los truenos cimbran los corazones. De pronto un grito de horror, la muerte ha llegado y el silencio impera. La anuncia el hermés anfitrión: ¡su majestad la muerte!El Consejo de Delfos toma asiento frente a la reina de la transición y los tambores aztecas, las campanas de Tíbet y el gong de la gran pagoda de Tokio se intercalan dejando espacios en silencio donde reinan nada más los ahogados lamentos de los que niños muertos en guerras.La muerte habla y dice no hay más, todo acabará, el final de la Humanidad está aquí, nada se puede hacer y aparecen con sahumerios las beatas de Roma gritando ¡llegó, llegó, el fin al fin llegó! y la campana dorada del listón morado aparece volando sobre todos en el gran salón, es la campana del fin de los tiempos, sonará 7 veces de la noche vieja de 2008 hasta la noche vieja de 2011 y cuando calle todo comenzará a finalizar.Detrás de la columna norte se asoma la reina de las hadas del Mar del Norte, Avanette, derrama una lágrima, sabe que con la muerte de la gente todos ellos también morirán. Se acabarán las travesuras a los niños rubios de Normandía y no podrás jugar con los enanos de Belfast. No lo puede creer, lo que decían los mayas era cierto, ahora al fin lo entendió.Avanette se apellida de la Esperanza, su estirpe viene desde cientos de miles de años humanos atrás, es necia, terca y está convencida de que la Humanidad debe terminar de existir pero en la forma en que vive ahora, no que debe de morir. Está segura que no hay una interpretación correcta de los antiguos mayas. Sabe que los lacandones perdieron conocimientos y que las estelas de esa civilización, están incompletas. Lo intuye… y eso para ella es saber.Después de oír un rato al Consejo de Delfos negociar con la muerte la destrucción de la Humanidad Avanette decide que saldrá por primera vez de una reunión de éstas y llama a Simonne, su capitana en jefe, le ordena que prepare un contingente de las fuerzas de inteligencia de las hadas del Mar del Norte. Irán al observatorio de Chichén.Sigilosamente 7 hadas salen del Oráculo con camino a Estambul de donde saldrán en una burbuja de poder.Al llegar a Santa Sofía un grupo de caudillos del Cáucaso y Elfos de los Balcanes las esperan para que aborden la “Hope XXI”. Cuando arriban la emoción y el miedo se combinan, saben que si no logran la misión serán torturadas hasta morir por el Oráculo. En medio de toda esa adrenalina, salen hacia América.Al arribar a Chichén las hadas se reúnen rápidamente en el observatorio, las esperan ya los chaneques exiliados de Delfos. Fueron expulsados hace ya 800 años por no respetar la tradición de las profecías y desde hacía décadas estaban en comunicación con Avanette.Siendo las 3 de la mañana el grupo de hadas y chaneques se introduce en la selva. Van en busca de las estelas olvidadas pero al volar entre las ramas una mirada de maldición y odio los comienza a seguir. La oscuridad ha comenzado a observarlos y buscará a toda costa impedirles salvar a la Humanidad.

Las hadas y los chaneques han llegado al cenote de la luz del cielo, cuna del sol. Madre de todos los males y bondades que muestra el color turquesa que decora Bonampak y los lagos de las montañas del centro del Anáhuac. Estando ahí se escucha a lo lejos el sonido del caracol de todos los tiempos de la ciudad santa de Tikal. Buena señal piensan los chaneques.

Avanette aclara a las hadas que si el caracol de todos los tiempos suena es que el fin de ellos no necesariamente sería como lo anunciaron en Delfos porque todos los tiempos son los que también vienen después de los últimos. Las hadas sonríen discretamente y asienten. Es un canto de esperanza lo que en realidad escucharon.

Los chaneques comienzan a lanzar polvos de micro estrellas y se genera un remolino en el cenote y todo se llena de luz morada y lucecitas doradas hasta que se funden en una sola. Han hecho visible a la supernova eterna. En ella está el mensaje verdadero de las profecías.

La más audaz y ruda de las hadas de la misión es Bluelette, la que vive en las flores azules de las cañadas. Sin perder un segundo y con voz fuerte pregunta a la supernova cuál es el destino de la Humanidad. La estrella relampaguea y muestra un texto en el que se ven pictogramas que asemejan a un mapa y cuando está a punto de mostrar detalladamente el sitio en el que está el documento un temblor comienza a hacer vibrar las estalactitas de la cueva del cenote y una parvada de cuervos sale de las paredes, los gritos comienzan a ser el único idioma y los chaneques empiezan a matar a las aves negras que picotean y arrancan los ojos a Bluelette y cuando eso ocurre una monstruosa avispa con cara de niño y con voz rasposa dice que ese es el precio por tratar de ver las profecías que ya han sido aprobadas en Delfos. Avanette de inmediato saca de su varita mágica un rayo encapsulador y el animal queda capturado mientras la supernova se desvanece y todo queda en tinieblas.

Ayudando a Bluelette salen todos de la cueva del cenote y volando llegan a Tulúm. En el castillo Avanette determina dejar a Bluelette con los chaneques y pide ayuda a las nubes para calmar el dolor de su hada y amiga ciega quien se resiste a los mimos y curaciones e indica que deben salir tierra adentro, al Anáhuac, allá, dice, está el mapa, lo vi dentro de un templo, con una escultura.

Haciendo llover aparece en el mar un enorme sujeto luminoso que escupe agua, los chaneques se inclinan, es el dios Tláloc, el legendario dios que aseguraban había muerto pero que como ahora veían solamente se había alejado de todo. Tláloc habla entonces con Avanette y le dice que siendo ella la reina de las hadas del mar del norte no debe estar en Tulúm. La reina se inclina y pidiendo perdón le narra lo que está pasando. De los ojos del viejo dios salen centellas y jura lealtad a la causa humana que es para él mismo la esperanza de un renacimiento universal y trae con él caballos amazónicos para que lleven a las hadas al Anáhuac.

Aparecen Esmerál, Diamán, Rubín, Agatál y Cuarcél jalando una carreta alada. El camino al Anáhuac ha comenzado.

A su paso las hadas van viendo centenas de templos destruidos y ciudades abandonadas, no hay humanos en todo el trayecto, apenas ven ardillas y serpientes vivir y cazarse. Pasadas 2 horas ven a lo lejos dos enormes volcanes y un resplandor detrás de ellos. Se paran en un punto entre las moles naturales y ven millones de luces en el valle. Están en el Anáhuac.

Entran a la vieja ciudad que no tiene un solo habitante en las calles pero el comentario lejano y silencioso indica que la urbe esté llena de gente. Pero nadie sale, nadie se asoma.

¿Qué ocurre? Dice Avanette. Esmerál le responde que los humanos han escuchado un mensaje que los mantiene a todos en sus casas escondidos, un mensaje de guerra y sangre, de muerte y caos.

A lo lejos en el enorme parque de los chapulines se observan miles de luciérnagas verdes, algo completamente inusual. Pero son tiempos extraños, tiempos en que los altares de los dioses contemporáneos sudan muerte y olvido. Las hadas se dirigen hacia las lucecitas para averiguar qué está pasando, van con cuidado, desconfiadas, están en una enorme ciudad y en ella como en cualquier otra lo más peligroso ocurre no en las calles sino dentro de las casas.

Avanette levanta la mano para que se detengan todos y ella avanza sigilosamente hacia el enjambre de luciérnagas y pasa entre ellas sin problema pero observa frente de sí un enorme castillo en donde hay cientos de duendecillos de toda clase, bailan alrededor de unos enanos vestidos con plumas y penachos, todos sonrientes. Una mirada al fondo del patio principal y sobre un imponente sillón rojo la ve detenidamente y se levanta volando con alas de libélula, su nombre es Barrotzán, Príncipe del bajo mundo de la ciudad del Tajín.

Barrotzán se dirige entonces a la reina de las hadas del norte y lanzando aromas de miel y azúcar quemada se inclina ante Avanette y llamándole majestad la invita a sentarse en la terraza del palacio. La conferencia del mundo real ha comenzado.

Las palabras clave quedan impregnadas en los oídos de Avanette “el Totonacapan ha hablado, la guerra para salvar la tierra ha llegado”.


¿Dónde está el Totonacapan y quiénes son ellos? Preguntó la reina de las hadas del mar del Norte al más viejo de los chaneques y éste respondió que era el reino más antiguo del mundo con vida, y que ellos eran los nuevos herederos de la tierra.

Avanette supo entonces que Delfos era apenas un referente del universo, pero no el Señor del mundo. Era en las tierras lejanas a su reino donde estaban los nuevos seres capaces de regenerar la vida en la Tierra. Habría que ir a buscarlos le comentó Bluelette. Ellos son los que deben ayudarnos.

Barratzán de inmediato hizo sonar los caracoles de la plaza mayor del Anáhuac y una flotilla de mariposas monarca con cascos multicolores se posó frente a todo el contingente que desde Delfos se había engrosado.

Barratzán inclinó la cabeza y les dijo “id al Totonacapan y salvad al mundo que yo me dirigiré a Delfos a detener las locuras de los que se creen dueños del Cosmos”. Las hadas y los chaneques comenzaron pues el viaje al norte del Golfo de México.

Bluelette volteó a ver a Barrotzán y le gritó “¿Con quiénes nos enfrentaremos Señor?” y muy a lo lejos por la distancia se escuchó “al Rey del Alto Mundo de Tajín, mi aliado”.

Quién será ese Rey del Alto Mundo se preguntaban las hadas, pronto lo sabrían. En el trayecto vieron ciudades y ciudades abandonadas, un enorme telescopio en una montaña que albergaba a docenas de niños y un enorme santuario de cactáceas. El aire frío les comenzó a calar los huesos y cuando creían que la hipotermia les liquidaría a lo lejos vieron el mar, estaban en el Golfo de México, su casa de otro modo, es el Atlántico pero diferente. La salina les hizo sonreír y recordaron que estaban lejos de casa pero que regresarían y seguirían con vida y llenos de felicidad.

Descendieron en las playas de costa Esmeralda, estaban muy cerca del Tajín, así que comieron y descansaron un poco y cuando estaban a punto de levantar nuevamente el vuelo una suave brisa les traía un mensaje. Barratzán había ya atacado el Oráculo de Delfos a través de sus agentes, la violencia llegaría pronto y el caos se apoderaría de todo.

Volando bajo vieron la ciudad del Tajín. Sola. Callada. A oscuras. Descendieron frente al castillo y cuando estaban a punto de entrar a él todo se iluminó y se vieron rodeados por miles de hombrecitos sonrientes con tocados cuadrados en la cabeza. Avannete instintivamente levantó las manos y les dijo que venía en son de paz. Las carcajadas de los hombrecillos fueron ensordecedoras y ante la mirada atónita de hadas y chaneques apareció un regordete sujeto desnudo, pintado de rojo y con incrustaciones de oro y jade en los dientes y les dijo que el era Nuamín, Rey Absoluto del Tajín.

Bluenette que siempre era arrebatada le dijo riéndose que quizás era rey del alto mundo porque del bajo mundo era Barratzán. Ello provocó el silencio de todos los presentes y el apenas ruidoso “ups” de la Blue fue escuchado por Avanette.

Yo soy el Rey Absoluto y la tierra me pertenece, mi primo Barratzán ha muerto en manos de las brujas de Delfos que hace un rato llegaron al Anáhuac para matarlo por haber destruído el Oráculo. Las profecías se han extinguido, no hay profetas ya, todos murieron adentro.

Comenzó entonces una fuerte discusión sobre el futuro profético y el significado del fin del mundo cuando de pronto mil centellas llenaron el cielo del Tajín. Las brujas de Salem de Delfos habían llegado.

Todos los hombrecitos corrieron dejando la plaza desierta y a las hadas, los chaneques y Naumín solos frente a las viejas más feas y malas del mundo.

¿Así que ustedes provocaron todo lo que está pasando no? Hadas malditas se van a morir y comenzando un coro con todo el volumen que mil lobas podrían hacer al aullar comenzaron a decir “las hadas no existen, las hadas no existen” y la primera del grupo cayó al suelo evaporándose y después un elfo, primo de las hadas cayó también, el embrujo era poderoso. Avanette se comenzó a sentir mal pero ella era eterna se decía a sí misma, soy la reina de las hadas del mar del Norte. No moriré. Estando diciendo ello vio morir a los chaneques que son sus primos también y notó que Bluenette comenzaba a evaporarse y gritó despavorida porque sabía que morirían cuando de pronto un enorme golpe seco cayó los gritos, Naumín golpeó el suelo con sus manos y provocó un temblor que hizo que las brujas se juntaran rápidamente llenas de miedo.

Nadie viene a mi reino con esta guerra, les dijo Naumín, son atrevidas arpías, sirvientas de la Muerte, eso son. Y calló porque percibió una onda que venía hacía él. Era el primer campanazo del fin del mundo. Lo que venía era ya inevitable.

Avanette tomando de la mano a Bluenette le dijo que era el final, que de nada había servido todo lo realizado ni la muerte de Barratzán ni la de los chanques, el elfo y las demás hadas.

Naumín furioso tomó del cuello a las brujas y las ahorcó arrojando sus cuerpos al inframundo y viendo a Avanette le dijo: Majestad, esto ya no se resuelve en los pasillos y Palacios de los que somos como usted y yo, hemos sido rebasados. La única manera de defender a la tierra es dejando en los humanos la responsabilidad de salvarla.

Avanette tomó entonces de su cuello un tatuaje de una estrella azul que desprendió y colocó en la frente de Naumín diciéndole: Oh Señor del Mundo que heredaste la Tierra, permite que la salvación del universo venga de los hombres.

Mil trompetas sonaron en las montañas más grandes del Golfo de México y salieron de todas partes las aves, los reptiles, los mamíferos, los peces, todos los animales; las flores se mostraron de colores llamativos y brillantes y las hojas de las palmeras comenzaron a chistear a los oídos de todos los humanos del Totonacapan. La esperanza estaba ahí, en esa tierra, en esos seres. Ya nada había más que hacer en la dimensión de los seres de la luz y la magia.

Al otro día al despertar los totonacas comenzaron a reunirse en las plazas de las ciudades y dieron a conocer un edicto en el que anunciaban que la humanidad llegaba a su fin a menos de que se protegiera a las especies animales, se detuviera la depredación y el culto al dinero, a menos de que la paz reinará a través de la justicia y la igualdad dominara los corazones de todos los que se decían personas.

Ahora los totonacas tienen hasta el último minuto del 2011 para salvar a la Tierra, sus hermanos los mayas les habían dejado esa misión sin saberlo, sin preverlo. La manera de salvar a la Humanidad comenzaba salvando al país del Anáhuac en su totalidad.

La reintegración de los humanos a la Tierra, había llegado.

Avanette escondida tras un árbol derramó una lágrima y dijo que todo si había valido la pena, quizás la destrucción de Delfos no garantizaba el final del mal pero si el nacimiento de la gran esperanza. Lentamente se levantó y arrancando un edicto de papel lo guardó en su bolsa y viendo a Bluenette amorosamente le tomó de la mano y comenzaron su regreso al jardín más pequeño de Belfast, su hogar, su reino, su mundo. Iban sonrientes, la esperanza siempre es motivo de alegría.



Nota del autor: En noviembre de 2008 la región del Totonacapan en el estado de Veracruz lanzó un comunicado en el que llama a los pueblos de México a la revolución de 2010. Este cuento no es tan fantástico y en esta tercera parte muestra lo que es la cosmovisión única del pueblo más golpeado por la dictadura más larga del mundo. México jamás ha sido libre y cuando soñamos que lo habíamos logrado volvimos a despertar para ver que efectivamente el monstruo seguía ahí… aquí.
Manuel García Estrada. Córdoba, Veracruz. México. http://www.cordopolis.org/

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