lunes, 8 de diciembre de 2008

TELETRUCO, REDONDEOS Y OTROS NEGOCIOS


TELETRUCO, REDONDEOS Y OTROS NEGOCIOS

Laura Fernández - Montesinos Salamanca

Es vergonzoso como las grandes multinacionales utilizan la necesidad de las personas con capacidades diferentes o especiales, así como la buena voluntad y solidaridad de la gente común de bien, para hacer negocios e incluso lavar dinero.
Las grandes empresas de telecomunicaciones y algunas otras, que con la imagen de buena voluntad solicitan la donación de pequeñas cantidades de dinero, son una vil estafa. No es mentira que ese dinero vaya a parar a la gente que lo necesita, lo que es mentira, es cómo se canalizan esos miles de millones y cómo especulan para favorecerse de su uso antes de entregarlo.
Con tales argucias, otras tantas grandes compañías han ideado fórmulas financieras semejantes para utilizar grandes capitales sin invertir un solo peso, en liberarse del pago de impuestos y otras gracias económicas.
El famoso redondeo es una de las más socorridas. Unos cuantos centavitos que no representan pérdida o beneficio económico alguno, son canalizados diariamente de a millones hacia supermercados y otras grandes superficies, con la excusa de “obras de caridad”. Y nadie lo duda, lo que sí supone un abuso es el uso que de ellos se hace antes de hacer la entrega de las cantidades en cuestión. Resulta que esos centavitos terminan siendo miles, incluso millones de pesos recaudados en las cajas de supermercados, que van a parar a los bancos. Los beneficios acumulados son enormes, aumentan el caudal crediticio y financiero de estos especuladores, sin que tengan que mover un solo dedo. Pero además, esos centavitos convertidos en millones diariamente, se guardan en el banco durante unos treinta días, al término de los cuales se entregan a las instituciones de caridad, habiendo generado otros tantos millones de intereses a favor de dichas empresas. Eso se llama especulación, y es ilegal. Pero para no dar paso sin guarache, tales cantidades se entregan con un recibo en el que las empresas aparecen como “donadoras” de dicha cantidad, lo que les da derecho a deducir de su pago de impuestos, tales cantidades acumuladas con centavitos suyos y míos. (Después saldrá Cartens con su “no alcanza el presupuesto”. Claro, semejantes argucias especuladoras, infractores de la ley, y defraudadores del fisco, además de no alcanzar, nos obliga a los trabajadores a ahogarnos en impuestos mientras las multinacionales nadan en la abundancia). Eso sí, de centavito en centavito, ni duele ni se siente, ¿Verdad?
Y luego está lo del Teletruco, que es tres cuartos de lo mismo. El Teletruco recauda de golpe y porrazo unos cuantos miles millones que una televisora gestiona como si fueran propios, puesto que ni usted ni yo solicitamos el recibo con el que demostrar ante hacienda nuestro donativo. Y deberíamos hacerlo, así fuera menos de un peso. Porque con ellos, la televisora dona como si fuesen de sus propios beneficios, tantos millones, defraudando al fisco. Es decir: sus pesitos donados se utilizan para evadir el pago de impuestos. Y negocio redondo, un mes después, cuando todos esos millones hayan generado los intereses correspondientes, se entregarán a los Crit, Crio, y cuantos Cris pueda haber, y la empresa podrá a su vez retirar los beneficios que les ha generado.
No deberíamos permitir estos abusos a la buena voluntad. La clase media y la más desfavorecida están en una situación crítica, gracias a argucias similares, con que defraudar, desfalcar, y provocar bancarrotas y crisis artificiales, que sumen a la población en un caos económico y laboral, mientras los grandes beneficiarios se embolsan el trabajo, la solidaridad y la buena voluntad de los que realmente se dejan la piel cada día en sus labores. Y después tendremos que aguantar anuncios vergonzosos en los que se nos insta a “no tener miedo, porque el miedo es solo miedo”, y “hay que darle un beso a las hijas antes de salir a partirnos la nuca para volver con un pedazo de tortilla que no nos mate de hambre.

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